Las Cruzadas fueron una serie de guerras religiosas iniciadas, apoyadas y en ocasiones dirigidas por la Iglesia latina en el período medieval. Las Cruzadas más comúnmente conocidas fueron las campañas en el Mediterráneo oriental destinadas a recuperar Tierra Santa del dominio musulmán, pero el término "Cruzadas" también se aplica a otras campañas sancionadas por la iglesia. Se libraron por diversas razones, incluida la supresión del paganismo y la herejía, la resolución de conflictos entre grupos católicos romanos rivales o por ventajas políticas y territoriales.
La idea de una cruzada se desarrolló en el siglo XI como respuesta a las conquistas musulmanas, que habían llegado a partes del Imperio Bizantino, incluidos lugares sagrados cristianos clave en el Medio Oriente. En 1095, el Papa Urbano II proclamó la Primera Cruzada con el objetivo de devolver estas tierras al control cristiano. Su llamado fue recibido con entusiasmo tanto por los caballeros como por los plebeyos, en gran parte debido a la promesa de mérito espiritual y las perspectivas de ganancia territorial o ventaja económica.
Entre los siglos XI y XVI se lanzaron múltiples Cruzadas. Los más notables son:
Las Cruzadas tuvieron impactos políticos, económicos y sociales de gran alcance. Facilitaron la integración de Europa occidental en un marco económico más amplio, que incluía el Mediterráneo y Oriente Medio. Las Cruzadas también exacerbaron las relaciones entre cristianos y musulmanes, pero promovieron los intercambios culturales y la transferencia de conocimientos entre Oriente y Occidente. Por ejemplo, muchos textos griegos antiguos se conservaron y finalmente se reintegraron en Europa occidental gracias a estas interacciones.
Además, las Cruzadas tuvieron impactos significativos en el poder del papado, ayudando a solidificar la autoridad papal. También llevaron a la creación de órdenes militares como los Caballeros Templarios, los Caballeros Hospitalarios y los Caballeros Teutónicos. Estas órdenes desempeñaron papeles clave en la política y la economía europeas durante todo el período medieval.
Financiar las Cruzadas fue una tarea monumental. Se necesitaban enormes cantidades de dinero para transportar, abastecer y equipar a grandes ejércitos. La Iglesia y varios monarcas europeos desarrollaron varios métodos para recaudar fondos. Estos incluían impuestos, como el "diezmo de Saladino", e indulgencias, donde los fieles podían contribuir con fondos a cambio de beneficios espirituales. Además, muchos participantes vendieron o hipotecaron sus propiedades para financiar su viaje al Este.
Las Cruzadas son un fenómeno complejo que puede entenderse de diferentes maneras, según la perspectiva. Desde un punto de vista religioso, fueron vistas como guerras santas contra enemigos de la fe. Políticamente, fueron una forma para que la Iglesia latina y los monarcas europeos expandieran su influencia. Desde un punto de vista cultural, representaron un período significativo de interacción entre los mundos islámico y cristiano, que implicó tanto conflicto como cooperación.
A pesar de su fracaso final a la hora de recuperar y mantener Jerusalén, las Cruzadas son un episodio fundamental en la historia mundial. Encapsulan el celo, la ambición y la complejidad del mundo medieval al tiempo que resaltan la interconexión de la fe, la política y la economía durante este período.