La hidrología es el estudio científico del movimiento, la distribución y la calidad del agua en la Tierra y otros planetas, incluido el ciclo del agua, los recursos hídricos y la sostenibilidad ambiental de las cuencas hidrográficas. Un hidrólogo estudia las propiedades físicas del agua, su comportamiento en la naturaleza y cómo la sociedad la usa y la afecta.
El agua es un compuesto único, esencial para todas las formas de vida. Alrededor del 71% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua, principalmente en océanos y otras grandes masas de agua. Sólo el 2,5% de esta agua es dulce y el resto es salada. De esta agua dulce, la mayor parte está congelada en glaciares y casquetes polares o se encuentra a demasiada profundidad bajo tierra para poder extraerla a un costo asequible.
El ciclo del agua, también conocido como ciclo hidrológico, describe el movimiento continuo del agua sobre, encima y debajo de la superficie de la Tierra. El ciclo ilustra cómo el agua cambia de estado entre líquido, vapor y hielo en varios lugares del ciclo del agua, y comprende procesos como evaporación, condensación, precipitación, infiltración, escorrentía y flujo subterráneo.
La evaporación es el proceso por el cual el agua cambia de forma líquida a gaseosa. Esto ocurre principalmente en océanos, ríos, lagos y suelo. La energía del sol calienta el agua, lo que permite que las moléculas se muevan lo suficientemente rápido como para escapar en forma de vapor al aire.
En la condensación, el vapor de agua en el aire se enfría y vuelve a convertirse en líquido, formando nubes. Este proceso es el inverso de la evaporación.
La precipitación ocurre cuando se condensa tanta agua que el aire ya no puede retenerla. El agua cae de las nubes en forma de lluvia, nieve, aguanieve o granizo.
Después de la precipitación, parte del agua se filtra al suelo. La infiltración es el proceso por el cual el agua de la superficie del suelo ingresa al suelo.
La escorrentía es el movimiento de agua, generalmente procedente de precipitaciones, a través de la superficie terrestre hacia arroyos, ríos, lagos y, finalmente, hacia el océano. La escorrentía puede causar erosión y transportar nutrientes, sedimentos y contaminantes.
Parte del agua que se infiltra permanecerá en el suelo y se moverá como flujo subterráneo. Esta agua puede reaparecer en manantiales o contribuir al caudal base de los ríos.
El agua dulce se encuentra en glaciares, casquetes polares, ríos, lagos, suelos, acuíferos y la atmósfera. A pesar de ser un recurso renovable, se distribuye de manera desigual en varias regiones, lo que genera abundancia en algunas áreas y escasez en otras.
La gestión eficaz del agua implica planificar, desarrollar, distribuir y optimizar los recursos hídricos para satisfacer las necesidades de la sociedad y al mismo tiempo proteger el medio ambiente. Incluye prácticas de riego, conservación del agua, control de la contaminación y construcción de infraestructura como presas y embalses para el suministro de agua y el control de inundaciones.
Las actividades humanas como la agricultura, la industria y la urbanización alteran el flujo natural del agua, afectando su distribución, calidad y disponibilidad. La contaminación puede contaminar las fuentes de agua, volviéndolas inseguras o inutilizables. La deforestación y la urbanización aumentan la escorrentía, lo que reduce la infiltración y la recarga de aguas subterráneas, lo que podría provocar erosión y disminución de la calidad del agua.
La hidrología desempeña un papel crucial en la comprensión y gestión de los recursos hídricos de la Tierra. Al estudiar el movimiento, la distribución y la calidad del agua, la humanidad puede prepararse mejor para su futuro, garantizando un suministro de agua sostenible para todas las formas de vida. Comprender la hidrología y respetar los principios que rigen el agua es fundamental para gestionar eficazmente este recurso indispensable.